Stephen McMullan, MD, Mayo Clinic Ala School of Mece Jacksonville, Florida.
Christine Nguyen, DO, Mayo Clinic Jacksonville, Jacksonville, Florida.
Dustin K. Smith, DO, Naval Hospital Jacksonville, Jacksonville, Florida.
Revelación del autor: Sin afiliaciones financieras relevantes.
¿Caminar de una manera rutinaria es una forma efectiva de disminuir la presión arterial?
La caminata disminuye la presión arterial sistólica 4.11 mm Hg (IC de 95%, 3.01 a 5.22 mm Hg) reduce la presión diastólica 1.79 mm Hg (IC 95%, 1.07 a 2.51 mm Hg) y la frecuencia cardiaca en reposo 2.76 latidos por minuto (bpm, beats per minute) (IC de 95%, 0.95 a 4.57 bpm). Fortaleza de la recomendación: C, basada en evidencia de certeza baja a moderada, orientada al paciente).
La hipertensión contribuye a la cardiopatía y se afecta por el nivel de actividad física de cada persona y los hábitos de estilo de vida. La caminata es una forma relativamente fácil y barata de incorporar cambios en el estilo de vida y es posible que reduzca la presión arterial.
Los autores de esta revisión de Cochrane evaluaron estudios de caminata en comparación con ninguna actividad física, para disminuir la presión arterial. En esta revisión se incluyeron 73 estudios comparativos con asignación aleatoria y 5, 763 participantes. Los sujetos tenían 16 a 84 años y eran varones y mujeres normotensos o hipertensos con diversos padecimientos, no se analizó la categoría "prehipertenso”. El criterio de hipertensión primario fue el cambio en la presión arterial sistólica, los criterios de valoración secundarios fueron los cambios en la presión arterial ca y la frecuencia cardiaca.
Estos son resúmenes de revisiones provenientes de la Biblioteca Cochrane
Esta serie la coordina Corey D. Fogleman, MD, Editor Médico Asistente.
Una colección de Cochrane for Clinicians publicada en AFP disponible en http://www.aatp.org/afp/cochrane.
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La caminata como una intervención se evaluó en múltiples ambientes, que incluyeron participantes en casa, en la comunidad local o en un laboratorio con una banda sin fin. Los participantes caminaron un promedio de 153 minutos por semana durante un promedio de 15 semanas. Aunque la intensidad de la actividad se describió como "moderada”, varió en los grupos y se determinó en varias formas, desde frecuencia cardiaca VO2, máx (consumo máximo de oxígeno durante el ejercicio intenso) hasta la velocidad de la caminata en varios estudios no se describió la intensidad de la caminata.
En la evaluación primaria se encontró evidencia de certeza moderada de que la caminata disminuyó la presión arterial sistólica (diferencia pro medio [MD, mean difference] = 4.1 mm Hg; IC de 95%, 3.0 a 5.2 mm Hg).
La evaluación secundaria encontró evidencia de certeza baja de que la caminata reduce la presión arterial diastólica (MD = 2.8 bpm; IC de 95%, 1.0 a 4.6 bpm). En un análisis de subgrupo por edad, se encontró eviden cia de certeza moderada de que la caminata disminuyó la presión arterial sistólica en participantes de 40 años de edad o menores (MD = 4.4 mm Hg; IC de 95%, 2.7 a 6.2 mm Hg). Se encontró evidencia de baja certeza de que la caminata disminuyó la presión arterial sistólica en pacientes de 41 a 60 años (MD = 3.8 mm Hg; IC de 95%, 1.9 a 5.6 mm Hg) y en mayores de 60 años (MD = 4.3 mm Hg; IC de 95%,2.4 a 6.2 mm Hg). Existieron sólo ocho eventos adversos totales en los 21 estudios que los informaron, cinco de los cuales fueron dolor en rodillas.
Los hallazgos de esta revisión indican que un régimen de caminata tres a cinco veces por semana con una intensidad moderada durante 20 a 40 minutos por sesión, con por lo menos 150 minutos en total por semana, durante tres meses, disminuye la presión arterial sistólica, la presión arterial diastólica y la frecuencia cardiaca en varones y mujeres adultos con o sin hipertensión. Estos hallazgos apoyan las directrices para el tratamiento de la hipertensión en adultos según lo establecieron el National Institute for Health and Care Excellence y la American Heart Association y el American College of Cardiology, los cuales recomiendan que se incluyan intervenciones de estilo de vida como parte del plan de tratamiento de la hipertensión.
Las recomendaciones de la práctica en esta actividad están disponibles en http://www.cochrane.org/CD008823.
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*Copyright 2022 American Academy of Family Physicians. Todos los derechos reservados. Este articulo en esta edición en español esta traducido del articulo original publicado en American Family Physician, Copyright 2021 (Am Fam Physician 2021;104 (5); 523-524). American Family Physicians (AAFP) e Intersistemas no garantizan la exactitud, suficiencia, integridad o disponibilidad de cualquier información y no son responsables por cualquier error u omisiones o por los resultados obtenidos del uso de tal información incluida en el contenido autorizado. AAFP e Intersistemas no dan ninguna garantía expresa o implícita, lo que incluye, pero no se limita, a cualquier garantía mercantil o capacidad para un propósito particular o uso. En ningún evento AAFP e Intersistemas son responsables por cualquier daño o perjuicio indirecto, especial o consiguiente en relación con suscriptores, lectores u otros por el uso del contenido autorizado.
Revista Atención Médica Vol. 35, No. 6 abril 2022, Páginas 49 y 50.
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